


SEGUNDA MITAD DE MI SEGUNDO EMBARAZO
14 mayo 2023


DOLOR, GRIETAS Y FRENILLO: INICIO SEGUNDA LACTANCIA Y POSPARTO
28 julio 2023La llegada al mundo de mis dos hijas tiene pocas similitudes, pero muchas diferencias. A las dos las esperábamos con mucho amor al otro lado de la piel, las dos nacieron “en el mismo día de embarazo”, justo en la semana 39.0 de embarazo, y los dos nacimientos empezaron igual: rompiendo aguas, sin previo aviso ni contracciones. A partir de aquí, nada que ver una con la otra.
El nacimiento de Chloe ha sido como nunca me lo hubiera imaginado cuando me quedé embarazada por segunda vez. Ahora os contaré cómo fue todo. Hace días que tenía muchas ganas de escribiros este post, así que enseguida que he tenido un momentito me he puesto a ello.
Esta vez de poco sirvió mi plan de parto o el masaje perineal, “baby two” se colocó de nalgas y tuvo que nacer por cesárea, a pesar de que el parto vaginal de “baby one” 2 años y medio atrás fue maravilloso. Ella no quiso aprovechar el camino que le dejó preparado su hermana. Que tendría que nacer mediante cesárea lo tenía asumido y psicológicamente trabajado desde hacía unas semanas por este motivo, lo que no me imaginaba es cómo iría la cesárea, que me tuvieran que dormir por completo y no poder ver la llegada al mundo de mi pequeña.
Pero, al igual que cada embarazo, cada parto es distinto y se vive de manera diferente, ni mejor ni peor, diferente. Y, sea como sea, ¡es único y especial! Me quedo con eso y con que las dos estamos bien, pero empecemos por el principio.
Al igual que cada embarazo, cada parto es distinto. Pero todos tienen algo en común: el resultado es el mejor de los regalos
Un dato precioso: Chloe decidió nacer el día que mi madre cumplía 63 años, así que mi madre y mi segunda hija compartirán fecha de cumpleaños ¡para siempre! Tienen esa bonita coincidencia en común y, además, la fecha de su cumpleaños es un día festivo que podremos seguir celebrando como hasta ahora siempre en familia, pero siendo una más y soplando las velas juntas.
Mi segunda hija decidió nacer el mismo día que mi madre


Mi primer parto
El parto de “baby one” en 2020 fue mágico, como padres primerizos lo vivimos minuto a minuto con mucha ilusión e intensidad.
El parto de Paula fue lo que consideramos médicamente un parto normal (esporádico entre las semanas 37-42 de gestación), que empezó rompiendo aguas, pero sin contracciones, justo en la semana 39 de embarazo. Un parto eutócico (vaginal, sin instrumentos) y medicalizado (por la epidural, aunque solo me sirvió para el expulsivo porque todo fue muy rápido). Y es que, para ser primípara, todo fue deprisa: desde la primera contracción que noté hasta el nacimiento de Paula pasaron menos de 6h, menos de 12h en total desde la rotura de aguas en casa.
Además, con “baby one” no quisimos saber el sexo del bebé hasta el momento del parto: así que el momento de su llegada al mundo fue muy especial, no solo por lo que representa el nacimiento de un bebé, sino porque además allí descubrimos que era una niña. Esta segunda vez sí quisimos saber el sexo de la bebé durante el embarazo pensando precisamente en la mayor (os dejo aquí en enlace del “gender reveal”), y menos mal, porque ni yo ni mi marido estuvimos presentes en el momento de su nacimiento y esta vez no hubiésemos disfrutado de esa sorpresa.
Posición podálica, cesárea electiva
Empezado el tercer trimestre de embarazo ya nos dimos cuenta de que Chloe estaba colocada de nalgas (nalgas puras). Y ella decidió quedarse en posición podálica hasta el final, decidió que se quedaba como estaba, pero, al otro lado de la piel, la esperábamos los tres con ilusión, amor y cariño. Lo probamos todo, pero ella estaba muy agustito y nada funcionó. A pesar de que probamos todas las técnicas habidas y por haber que me explicaron las matronas (masajes, estiramientos, cuatro patas, inversiones, moxibustión, rebozo, posturas de yoga e, incluso, probamos de hacer la versión cefálica externa en el hospital), no hubo manera.
En ese momento me daba “pena”, en el sentido de que, a priori, siendo un segundo parto y con un primero vaginal tan rápido, el segundo tendría que haber sido incluso mejor. Pero a la vez me quedé tranquila de saber que lo habíamos intentando, que lo habíamos probado todo. El día de la versión cefálica externa en el hospital, confié en el equipo médico, confié en mi hija y confié en mí misma y en mi cuerpo. A pesar de ello me di cuenta de que lo que tuviera que ser, sería. Entendí que, en realidad, controlamos muy poco y que, si no fue, es que no tenía que ser, por razones que seguramente se nos escapan. Pensaba que, simplemente, Chloe decidiría y yo la acompañaría. Y está bien que sea así, porque es un segundo embarazo, pero el primer y único nacimiento de mi segunda hija.
Si no fue, es que no tenía que ser, por razones que seguramente se nos escapan. Pensaba que, simplemente, Chloe decidiría y yo la acompañaría
Como todo lo que probamos para girarla no funcionó, solo nos quedaban dos opciones: cesárea electiva por podálica o parto de nalgas en otro hospital de Barcelona. A priori no me gustaba ninguna de las dos opciones, claro está, pero opté por la cesárea electiva porque me sentía más confiada con esta decisión. Todo ello significó tener que hablar de cesárea programada, pero no llegamos a la fecha prevista. Que tendría que nacer mediante cesárea lo tenía asumido y psicológicamente trabajado desde hacía unas semanas, lo que no me imaginaba es cómo iría la cesárea.
Crónica de una noche aparentemente normal
Nuestra FPP era el lunes 8 de mayo. Pero “baby two” quiso nacer justo una semana antes, el lunes 1 de mayo de 2023 a las 12:06h del mediodía, en las 39.0 semanas de embarazo. El mismo día que nació mi madre.
Teníamos fecha para cesárea programada el viernes 5 de mayo, rozando ya casi las 40 semanas precisamente para intentar “no llegar a esa fecha” y que, a pesar de ser cesárea, mi cuerpo se pusiera en marcha por si mismo. Y así fue.
A mí que me gustaba mucho el mes de abril, fue justo al terminarlo, a las 3h de la madrugada del lunes 1 de mayo que empezó todo. La historia con el mes de abril en nuestra familia es curiosa, es un mes que nos gusta mucho a todos por el inicio de la primavera y porque mis dos abuelos maternos nacieron ese mes y le tenían mucho cariño. Pero tanto su hija, o sea mi madre, como su nieto, o sea mi hermano, no nacieron en abril por muy poco: mi hermano es del 31 de marzo y mi madre nació un 1 de mayo. ¡Pues con mi hija se repitió la misma historia familiar!
Como decía, pasaban solo 3h del cambio de mes de abril a mayo, esa noche yo estaba tranquilamente durmiendo junto a Paula y mi marido y… ¡pam! Rompí aguas de forma inesperada mientras dormía y me desperté de golpe. Sabía sin duda lo que significaba, recordaba esa misma sensación exacta con mi primer parto. Lo primero que pensé fue “ostras, con lo bien que ahora estábamos durmiendo todos”. Pero no había duda, me noté muy mojada de golpe, como si me hubiera caído un vaso grande de agua encima. “¡Amor, despierta!” le dije a mi marido. Ya os podéis imaginar: movimos a Paula a su cama, llamé enseguida a mis padres para que viniesen a casa (por suerte vivimos a 3 minutos andando) y nos fuimos rápidamente hacia el hospital.
Lo bueno era que las aguas eran muy claras, eran limpias, sin duda, y sabíamos que eso daba tranquilidad. Pero igualmente quisimos salir corriendo enseguida porque, aunque no me notaba absolutamente nada, no tenía ni una contracción, sabía lo que significaba romper aguas, era un segundo después de un primer parto rápido y, además, sabíamos que venía de nalgas. Así que no había tiempo que perder.
Rompí aguas de forma inesperada mientras dormía y me desperté de golpe. Chloe venía de nalgas y era un segundo después de un primer parto rápido, así que no había tiempo que perder
En el hospital: empezamos a prepararnos para la cesárea
Como a esa hora en plena madrugada de un día festivo no había tráfico, antes de las 4h de la madrugada ya nos plantamos en urgencias del hospital. Una vez en urgencias de ginecología del hospital, me empezaron a hacer monitores.
A priori estaba tranquila y sin contracciones, como en el primer parto, pero más nerviosos sabiendo que venía de nalgas y que era la segunda. Hicimos de nuevo otra ecografía para confirmar posición y, sí, Chloe seguía con la cabeza arriba y el culete para abajo. 1h más tarde ya empecé a notar las primeras contracciones, aunque suaves. En ese momento nos asustamos un poco porque el ginecólogo nos dijo que “si podíamos aguantar y no se ponía en marcha todo rápidamente” por su parte intentarían esperar para la cesárea a que entrase el equipo del turno de la mañana a las 9-10h para que estuviesen más descansados y no tener que hacerla los que en ese momento llevaban horas de guardia. En un inicio, siendo las 5h de la madrugada y pensando en las 9-10h de la mañana, se nos hizo un mundo. Pero nos tranquilizó diciéndonos que, si yo empezaba con dolores fuertes, sí que lo harían más rápido. Intentamos descansar un poco, pero sin éxito.
Fueron pasando las horas sin darnos cuenta y vimos que “aguantaba bien”, aunque también iban aumentando las contracciones. La verdad es que me daba miedo que todo fuese demasiado rápido, pero lo llevé bien: cambiando de posición, respirando y utilizando la pelota de pilates pude sobrellevar bien esas contracciones. Contracciones que, ya sabía, no me iban a servir para un parto vaginal, pero sí para que a nivel hormonal tanto mi cuerpo como mi bebé se preparan para lo que estaba por venir.
Contracciones que, ya sabía, no me iban a servir para un parto vaginal, pero sí para que a nivel hormonal tanto mi cuerpo como mi bebé se preparan para lo que estaba por venir
Cuando llegó el equipo del turno de la mañana, empezamos a prepararnos para la cesárea: nuestra matrona Pilar me puso una vía y me empezó a administrar la medicación: antibiótico, Omeprazol y Primperan por si me mareaba con la anestesia, los fármacos que se administran por rutina en casos así.
Además de todo ello, yo llevaba en ayuno desde la cena del domingo anterior, esta vez no podía comer ni beber nada ante la cesárea que estaban a punto de realizarme.
Nacimiento de Chloe
Antes que nada empezaré diciendo que, a pesar de que las cosas no saliesen como me hubiese gustado, en todo momento me sentí bien acompañada, algo que creo sinceramente que es crucial para ir gestionando los cambios de rumbo cuando se tuercen las cosas.
El protocolo lo teníamos claro: a las 11:30h de la mañana yo entraba en quirófano junto a todo el equipo médico para administrarme la intradural. Como ya pasó con la epidural en mi primer parto, a mi marido lo dejarían pasar a quirófano más tarde, después de administrarme a mí la anestesia. Pero no pudo ser.
Enseguida me di cuenta de que algo no iba bien, la anestesia no hizo el efecto deseado y tanto la zona de la barriga como mi pierna derecha no se durmieron. Me pellizcaban (a veces avisaban y otras no), me pasaban algo frío por la zona… pero yo lo notaba todo. Pasaba el tiempo y nada. En ese momento no se me pasaron demasiadas cosas por la cabeza, yo era la primera que tenía miedo y pensaba “¡me tienen que abrir y no me duermo!”. Así que, después de hablarlo con el anestesista y yo también tenerlo claro, tuvimos que pasar al plan B: anestesia general. Con la anestesia general me dormí enseguida por completo y luego supe que, menos mal, a David también le avisó enseguida la matrona para que supiera que no podría entrar porque yo estaba intubada.
Finalmente, a las 12:06h del mediodía nació “baby two”, aunque ni yo ni mi marido fuésemos testigos de ese momento ni de su llegada al mundo.
Tuvimos que pasar al plan B: anestesia general. A las 12:06h del mediodía nació “baby two”, aunque ni yo ni mi marido fuésemos testigos de ese momento
Una vez nacida Chloe, se la llevaron enseguida a mi marido e hizo el contacto piel con piel con él. Nosotras dos no pudimos estar juntas hasta aproximadamente 1h después, cuando pasó el efecto de la anestesia general y me desperté. Así que, esta vez, la primera toma de lactancia materna tuvo que posponerse hasta más tarde.
Tengo que reconocer que yo me desperté de la anestesia muy aturdida y desubicada, no sabía muy bien ni dónde estaba ni qué había pasado. Enseguida vi a entrar al box de reanimación a mi marido con nuestra segunda hija en brazos y me entraron muchísimas ganas de llorar: de la emoción, de la alegría al verla, de la impotencia… supongo que de todo ello a la vez. Mi marido me dijo en ese momento “eres la mejor mamá del mundo”. Estábamos muy emocionados a pesar de no tener ni un recuerdo de cómo sacaron a “baby two” de mi barriga, a pesar de que las cosas no fueron como nos habíamos imaginado.
Desde que rompí aguas esta vez hasta su nacimiento pasaron unas 9h.
Yo estuve muchas horas en contacto piel con piel con ella, tuvimos que quedarnos bastantes horas en la sala de reanimación antes de subir a planta porque todavía tenía las piernas dormidas y estaban comprobando que yo estuviese bien.
No fue hasta las 18h de la tarde que subimos a la habitación del hospital con la peque ya vestida con su primera ropita. Una hora después pude empezar a tomar agua y llegaron nuestros padres para conocer a su segunda nieta (con Paula no pudieron venir por las restricciones que había en el año 2020 en plena pandemia). Por la noche me trajeron dieta blanda para cenar y, aunque esto sería otro tema para tratar en el próximo post, esa noche ya me fui a dormir con dolor en el pecho derecho y una grieta: sabía que mi segunda lactancia no había empezado del todo bien.
A los dos días de vida, Paula vino a conocer a Chloe en el hospital y el jueves día 4 finalmente nos dieron el alta y nos fuimos para casa siendo ya una familia de cuatro. Estuvimos más días en el hospital que con el primer parto vaginal, pero fue totalmente necesario para yo recuperarme un poco.






Resumen de mi segundo parto
El nacimiento de Chloe fue a término, esporádico entre las semanas 37-42 de gestación, empezó rompiendo aguas, pero sin contracciones, justo en la semana 39 de embarazo. Hasta aquí muchas similitudes con mi primer parto, pero a partir de aquí nada que ver. Fue un parto distócico (instrumentalizado) y medicalizado, que acabó con cesárea electiva por podálica. Me queda el recuerdo de que la anestesia para la cesárea no fue bien y necesité que me durmieran por completo, con lo que ello representa: no pude ser testigo de la llegada al mundo de mi segunda hija, no pude estar acompañada por mi marido, el contacto piel con piel no pudo hacerlo conmigo y, sin duda, la recuperación posterior fue mucho peor. Todo ello ya formará parte de nuestro recuerdo para siempre, pero lo más importante, sin duda, es que estoy bien y Chloe nació sana.
Con la llegada al mundo de mi segunda hija, de una forma que nunca me hubiera imaginado, he hecho grandes aprendizajes.
Quizá el más importante es que todo pasa por alguna razón, controlamos muy poco ciertas cosas, pero sí podemos controlar y decidir cómo las afrontamos. Viéndolo ahora con perspectiva unos días después lo tengo claro: no quiero quedarme con el dolor o la tristeza de no poder ver la llegada al mundo de mi pequeña. Esto me acompañará siempre y formará parte de nuestra historia, lo sé. Pero prefiero quedarme con la tranquilidad de que yo misma era la primera que sentía miedo cuando veía que no funcionaba la anestesia de la cesárea, que ella está bien, yo me estoy recuperando poco a poco, pero la tengo en mis brazos y sé que está sana. Esto es lo más importante.
Esto me acompañará siempre y formará parte de nuestra historia, lo sé. Pero prefiero quedarme con que tengo dentro de mí un sentimiento de tranquilidad


¡Gracias por leerme y acompañarme en esta aventura! Gracias por la confianza, el tiempo y la energía que me habéis mandado durante todos estos días.
Ahora ¡a por el postparto! Os contaré en otro post, pero la recuperación física y mental está siendo más lenta y con muchos más dolores que con el primer parto vaginal. Además, la cesárea debe de ser la “operación mayor” de la que peor descansas y te recuperas porque, además de ti, tienes a un bebé recién nacido al que cuidar y, en mi caso, otra pequeña de 2 años en casa que me espera con toda su energía y dedicación. Así que, sí, la recuperación posterior está siendo dura. Pero esto ya lo dejo para más adelante. En este post de hoy quería centrarme solo en el parto.
¡Bienvenida al mundo Chloe!
3 Comments
Tú lo has dicho, cada nacimiento y cada parto es distinto, no mejor ni peor. Mi hija venía de nalgas y como te pasó a ti, me puse de parto en la semana 39 en la madrugada y por sorpresa. En mi caso empecé a notarlo sobre las 4 am, con contracciones sobre la 6 y a las 8 contracciones muy fuertes y cada dos minutos o cada minuto. Aguanté en casa porque esa noche mi pareja se había ido por trabajo fuera y le avise para que viniera. Cuando llegamos al hospital eran las 10. La verdad que las contracciones y el proceso lo viví como una preparación de su llegada aunque, como tú dices, sabía que no me iban a servir para un parto vaginal… recuerdo contracciones muy dolorosas. Según me decían en el hospital, estaba dilatando muy rápido… a día de hoy no sé si tendrá que ver que no estaba colocada, ya que también venía de nalgas, igual que Chloe, con el culete y las piernas hacia arriba… ¿notaste las contracciones más dolorosas con tu segunda hija al venir de nalgas que con la primera al venir en cefálica? Por otro lado, yo si me quedé con la pena de no haberme cambiado a un hospital que intentara el parto vaginal de nalgas. Y eso que mi cesárea fue bien, mi pareja en quirófano conmigo, yo consciente en todo momento, nada más salir me la pusieron encima y todo el rato pegadas. Pero el postparto muy duro. No supe gestionar emocionalmente el duelo del parto vaginal no vivido y, bueno, pues me llevó a una depresión en la que yo misma compliqué todo y no supe disfrutar de los primeros meses incluso año de mi hija… ahora lo recuerdo durísimo… ¿qué te hizo valorar la cesárea como mejor opción que el parto vaginal de nalgas? Gracias por compartir tu experiencia. Me parece muy bonita. Y que bien tu pareja recordarte lo madraza que fuiste!
Gracias por leerme y por tu testimonio, Natalia.
Qué generosidad por tu parte al compartir tu experiencia. Sobre lo que me preguntas, no, no noté las contracciones más dolorosas que en el primer parto vaginal, al menos en mi caso y con las que tuve hasta empezar la cesárea no.
Estoy de acuerdo con el postparto más duro y difícil, eso sí. Pero, no sé, personalmente el tema del parto vaginal de nalgas no me daba la confianza suficiente para decidirme a ello. Al final, nunca sabes «qué hubiese pasado si hubiese decidido esto en vez de esto otro», ¿verdad? Pero me quedé con la opción de la cesárea porque me sentía más confiada en ello, a pesar de que después no fuese bien el tema de la anestesia.
Te mando un abrazo y, lo dicho, gracias por compartir.
¡Un abrazo a ti y a tu hija, super mami!
Good morning, wonderful blog. I am a single mother of 3 babies and your advice and writings help me a lot with the day to day and move forward, thank you very much